Vivimos en una época de cambio estructural de grandes proporciones en la esfera de los medios y de la redefinición de lo público, que afecta de manera central al sistema institucional establecido y, en especial, al tradicional modo de hacer política. La esfera pública, en gran medida creada a través de la acción de los medios de comunicación de masas, se diversifica cada vez más, surgen nuevas esferas parciales con normas y reglas propias así como, también, con exigencias particulares desde y hacia la política. Las relaciones entre los medios, la sociedad civil y la política se vuelven opacas y, en ocasiones, tensas o definidas por un aparente descompromiso que se materializa, por ejemplo, en que las emisoras privadas de radio ya no reconocen e incorporan la participación de grupos sociales orientándose en cambio -debido a la actual situación de competencia-, sobre todo, hacia la consecución de un mayor rating del público masivo, dejando de lado planteamientos político-culturales, su rol de mediación entre grupos y organizaciones respecto del mundo político.
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