La práctica docente -práctica social compleja, que tiene como especificidad el trabajo en torno al conocimiento- está atravesada por múltiples determinaciones sociales e institucionales; por lo tanto no podemos analizarla o trabajar en torno a ella sin tener en cuenta las problemáticas que afectan a la universidad a fin de siglo.
En el modelo de universidad que opera oficialmente en nuestro país, la restricción presupuestaria -producto de la marcada obediencia a las directivas emanadas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional de restricción al mínimo del aporte estatal a la educación superior en los países latinoamericanos-, y la profundización del modelo neoliberal, están produciendo significativos cambios en la práctica de los docentes universitarios.
Hasta hace unos años, la legitimidad y el prestigio del docente dependía de la valoración que de su práctica académica realizaba la comunidad científica, a través de los concursos de antecedentes y oposición.
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