Después de un periodo de franca resistencia por parte de las autoridades de la sep para reconocer la importancia del fortalecimiento de la ea dentro del nivel de educación básica en el país, ahora podemos observar que se empieza a dar un mejor desarrollo. Me explico. Cuando, a principios de los años ochenta, y derivado incluso de los acuerdos internacionales que nuestro país comenzó a suscribir en materia de protección al ambiente, la entonces sedue inició un proyecto dirigido a promover la incorporación de la dimensión ambiental en los materiales didácticos y programas de estudio de la educación básica, la respuesta de la sep fue de rechazo a estos intentos. Esta situación se produjo, en parte porque se argumentaba que ya había contenidos ecológicos en los libros de texto y, en parte también, porque se percibía como una intromisión de otro sector ajeno al educativo1. De ahí que, en 1986 la sedue suscribiera un convenio con el Centro de Estudios sobre la Universidad (cesu) de la unam para realizar estudios dirigidos a analizar los contenidos de carácter ambiental (no sólo ecológicos) en los libros de texto de los niveles preescolar, primaria, secundaria y normal. El resultado fue un reporte de trece volúmenes donde se describían la metodología utilizada, el análisis realizado libro por libro y grado por grado, y algunas recomendaciones. Las conclusiones derivadas de ese estudio pueden sintetizarse como sigue: efectivamente había contenidos ambientales en los libros de texto, pero éstos se encontraban dispersos y no tenían una secuenciación pedagógica apropiada; por otra parte, se concentraban fundamentalmente en el área de ciencias naturales —lo cual era congruente con el enfoque dominante que consideraba a la educación ambiental como parte de la enseñanza de las ciencias—, y se manejaban concepciones divergentes sobre el ambiente, incluso al interior de un mismo libro —por ejemplo, en algunas lecciones el ambiente se entendía desde una perspectiva estética (bellos paisajes, ecosistemas emblemáticos, etcétera), en otras como un reservorio de recursos (el cuerno de la abundancia) y en unos más como un problema (la contaminación)2.
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