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Es posible observar en el discurso educatívo de los últimos tiempos que el término "transformación" se utiliza cada vez con mayor frecuencia. Está en los propósitos políticos y curriculares, en los títulos de talleres y programas institucionales en los productos deseables de las propuestas. La investigación, que cada vez más forma parte sustancial del proceso educativo, no puede quedarse al margen de esta necesidad patente de transformación de lo que "está" o "es" en algo cualitativamente mejor. Esto implica dejar como proceso paralelo la indagación descriptiva y como principal objetivo la intervención de un ámbito educativo para transformarlo. La tendencia entre los investigadores es incidir de manera lineal y directa en la práctica educativa y evidenciar que hay relación, desde esta perspectiva, entre la investigación y el desarrollo educativo.
Sin embargo, es necesario considerar que no toda intervención para transformar puede considerarse formalmente como una investigación. El hecho de que se proyecte una serie de acciones de intervención con ese propósito no es suficiente para producir conocimiento educativo. Para esto es necesario hacer intervenir la problematización del objeto investigativo, la rigurosidad metodológica y los criterios de credibilidad inherentes a la investigación, entre las más significativas.
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