Concebir la práctica pedagógica del idioma inglés como una forma de acción cultural implica: a) Subordinar el qué (contenidos lingüísticos y culturales) y el cómo (métodos, enfoques o procedimientos) al por qué y al para qué, y así hacer explícitos los fines educativos de las políticas lingüísticos para someterlos a juicio ético. b) Considerar que los textos y contextos que informan la profesión están indisociablemente unidos y que éstos comprenden desde los microcosmos del aula hasta los macrocosmos lingüístico, social (político y económico) y cultural y, c) Construir una cultura profesional equilibrada entre los discursos de la crítica y la posibilidad, entre una postura de decidida oposición siempre que se requiera y otra actitud permanente de proposición constructiva.
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