Las acciones de la nueva economía han sufrido dos batacazos este año en las bolsas. Los analistas admiten que no era muy racional esperar que continuara el incremento del 15% anual de los últimos años. Pero, incluso si sólo fuera del 10% anual, los índices bursátiles dejarían contentos a los inversores. El problema es que ahora estos empiezan a exigir resultados. Y, en esto aplican la lógica de la vieja economía, no parece que los beneficios de las empresas justifiquen la euforia. Una de dos: o hemos entrado en una era duradera de prosperidad o nos espera una severa corrección
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