Tendemos a pensar que todo lo que sucede en Internet, con toda su virtualidad, no se diferencia mucho del mundo físico que conocemos, y que los humanos trasladamos al ciberespacio nuestros modos de vida y nuestra cultura. Siendo esto así, grosso modo, también tendemos a olvidar que el ciberespacio no reproduce sin más la vida social. Agrega elementos muy nuevos que están trastocando las actividades profesionales clásicas gracias a una tecnología que ha posibilitado acciones que antes eran impensables. Y la escuela no es una excepción.
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