La televisión es un espejo amplificador de la sociedad de consumo. Es la manifestación más representativa del ocio urbano: barata, relajante y omnipresente; refleja y propaga perfectamente la ideología del mercado y responde a su misma estructura: un sistema jerarquizado en el que la demanda se somete a la oferta; y resulta el soporte perfecto para la publicidad y la propaganda masiva. Un medio que se adapta de forma tan eficaz al sistema, y que además lo realimenta, no tiene por qué cambiar. Podemos preguntarnos si es el medio que nos interesa a los ciudadanos-consumidores, pero no podremos apagarlo porque no hay alternativa dentro de este sistema.
La enseñanza es otro medio de comunicación de masas. A través de ella podemos modificar la audiencia y sus actitudes hacia la televisión y hacia la propia sociedad de consumo. Ya que no podemos cambiar el medio sin cambiar el sistema, y esto parece una meta inalcanzable, tratemos de modificar su entorno y quizá así el propio medio se vea obligado a cambiar.
Este artículo trata de explicar el medio y su entorno con el objetivo de encontrar vías realistas para su transformación.
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