Son muchos y muy variados los problemas que dificultan la integración plena de los deficientes. Y no nos referimos precisamente a aquellos con profundas discapacidades, sino a otros que, aun con algún tipo de limitación, tienen por sí mismos condiciones suficientes para incorporarse a la dinámica social. A los inconvenientes que se generan en el propio ambiente familiar, donde se lleva a cabo la primera selección importante, se vienen a unir toda una variada gama de impedimentos tales como: las barreras arquitectónicas, la actitud y aptitud del profesorado, las exigencias curriculares, la falta de interrelación social, etc. que conducen, en muchos casos, a situaciones de abandono, automarginación, pobres expectativas y autoconcepto negativo.
Aun siendo conscientes de las dificultades que entraña abordar un tema como el que hoy nos ocupa, la realidad que se observa invita a pensar con preocupación en este grupo de personas poco atendido hasta ahora, que reclama a gritos un puesto en la sociedad de la que forma parte.
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