La desaparición de los CEP andaluces (precedida de todo un proceso de control y conversión de los mismos en puntos de venta del sistema) ha supuesto para el autor la pérdida de una serie de valores y principios que constituían un compromiso con el profesorado y la educación desde posicionamientos progresistas: descentralización, participación democrática, autonomía, contextualización e investigación educativa. Pero también la pérdida de un valioso capital humano comprometido con el proyecto y de toda la experiencia adquirida en estos últimos años. Comienza de cero un nuevo proyecto de formación, que el autor cuestiona seriamente.
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