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Los padres y madres pueden y deben desempeñar un papel clave en los procesos formativos de las jóvenes generaciones, de ahí la relevancia para que las instituciones educativas no obvien ni manipulen su auténtica y real participación para que ésta no quede en una simple parodia o pantomima. Fomentar la participación de los padres y madres, concederles la voz y la posibilidad de cuestionar la gestión de los centros facilita el desarrollo y la mejora de éstos y la de sus miembros.
Utilizaré para el desarrollo del tema la metáfora del árbol. Dice JOSÉ SARAMAGO (1998) que “la metáfora es siempre la mejor forma de explicar los cosas”. Las metáforas, en efecto, permiten comprender la realidad. Iluminan convenientemente algunos lados de las cosas, aunque dejan ensombrecidos otros. MORGAN (1986) hizo un excelente estudio de las organizaciones a través de metáforas en su obra “Images of Organization”. He elegido la metáfora del árbol porque es un ser vivo en constante crecimiento. El árbol, además, crece hacia arriba y hacia abajo. Las raíces se hacen más fuertes, más extensas y más profundas. Las ramas se van haciendo más frondosas y los frutos más abundantes y sabrosos. No está hecho el árbol de una vez por todas, de una vez para siempre, como sucede con la participación (SANTOS GUERRA, 1994). “La cultura de la participación no se improvisa”, decía en aquel trabajo. Su crecimiento es lento y constante. No hay milagros que conviertan la semilla de la participación en un árbol frondoso que da sombra y que produce frutos
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