Trabajar cediendo autonomía y participación también es posible entre el alumnado de la Enseñanza Obligatoria como pone de manifiesto esta colaboración de la compañera francesa. Para que ello sea posible es necesario abrir vías de diálogo y negociación para consensuar reflexivamente las actividades a desarrollar en el aula.
Anuncié la constitución de una asamblea de clase en el momento en el que ya habíamos empezado con la correspondencia. Expliqué las metas y el funcionamiento, además de imponer algunas condiciones. Todo se podía decir mientras fuese en la calma y referido al proyecto de correspondencia y al curso de lengua. Se concibió como centro de propuestas. Se situó en el calendario los jueves después de las clases para que no interrumpiese el curso. Después pedí a los niños que decidiesen por voto (a mano alzada) la periodicidad (quince días) y otros aspectos (ver el documento a continuación).
A lo largo de los quince días, cada uno podía plantear propuestas por notificación sobre un tablón de anuncios como punto de partida de la elaboración del orden del día. Al principio de cada asamblea, un alumno leía el orden del día con el fin de que yo lo anotase sobre el “cuaderno de asambleas”. Una vez aceptado el orden del día se planteaban las cuestiones una a una. Esto me daba también la posibilidad de hacer un balance rápido de la quincena.
Después de cada asamblea, redactaba un informe en el cuaderno que depositaba en el armario donde todos tenían acceso. En el cuaderno nunca se anotaban los que planteaban las cuestiones ni las intervenciones
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