Fundándose en el pensamiento de John Dewey y en críticas recientes de la escuela y de la sociedad, este artículo defiende la consideración de la educación como vehículo para una democracia crítica. Desde esta perspectiva, se contemplan las escuelas como foros de política cultural que reflejan, median y pueden transformar el orden social en el que están inmersas. El artículo examina la relación entre la educación y la democracia crítica, centrándose en la tensión y el equilibrio dialécticos entre los valores de la individualidad y de la comunidad, presentes en el ideal democrático. Al plasmar esta tensión tal como se manifiesta en las escuelas, espero contemplar desde un ángulo nuevo la antigua idea de que las escuelas deben contribuir a mantener y reforzar una forma democrática de vida. En ese proceso, reexaminaré las tentativas precedentes de implantar reformas educativas radicales.
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