La informática, muy lentamente se está colando por las rendijas de las puertas del aula para convertirse en un nuevo recurso, valioso, cómo no, que potencia la interacción de los alumnos y alumnas, como en el presente artículo nos presentan los autores. Aumenta su capacidad discriminativa, al mismo tiempo que se produce un enriquecimiento del vocabulario. Una experiencia en donde los alumnos y alumnas de educacación infantil utilizan un ordenador para encontrar al lobo y que bailen los cerditos.
En muchas ocasiones, cuando se habla de informática y escuela, se hace referencia a una serie de ideas que creemos ya convertidas en auténticos tópicos y que, lógicamente, influyen en el papel de la informática en las clases.
Se considera desde muy distintos ámbitos, familiar, escolar..., que la presencia de la informática es tan evidente en nuestra sociedad que los centros educativos “deben preparar” a niños y niñas para ser usuarios relativamente cualificados y aprovechar las posibilidades educativas de la informática, sin pensar demasiado qué pueda significar ésto y qué implicaría en la práctica educativa. Al respecto dice Sancho Gil (1994, p. 8) que en el fondo de estas iniciativas de introducción de la informática hay una característica común: “no se suele partir del análisis de las finalidades educativas y formativas para decidir qué medios, métodos y recursos parecen más adecuados; el proceso suele consistir en ver cómo una determinada aplicación (...) encuentra un papel en la práctica docente”.
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