José de Tapia introdujo, junto a otros, las Técnicas Freinet en España, más tarde, con el exilio, ya en México fundóm junto a Graciela una escuela que revolucionó el modo de entender la educación. Graciela, desde allá nos relata la construcción de la escuela Freinet en México.
Escuché el nombre de Celestin Freinet por primera vez allá por el año de 1956. Una compañera de estudios que se iba a Francia me dejaba en la mano, antes de irse, algunos cuadernillos con impresos infantiles y un ejemplar del libro de Herminio Almendros “La imprenta en la escuela”. Quien ha leido este libro sabe lo emotiva que puede ser la pedagogía. A través de sus páginas cargadas de afecto aprendí que hubo alguna vez un maestro rural francés de sensibilidad exquisita que supo escuchar a sus alumnos, que supo fomentar en ellos la libre expresión de las ideas y que desarrolló una filosofía escolar basada en la apertura, en el sentido común, y en un gran amor y respeto por los niños. Leía sobre la clase-paseo y sentía el contacto con lo natural, leía sobre textos libres y asimilaba la libertad de palabra, observaba los dibujos que describían las prensas, y esto se traducía en un ser y hacer diferente a lo que estaba acostumbrada. Inútil decir cuánto me inquietó esta lectura. Como el granizo sobre el tejado sus conceptos repiqueteaban en mi conciencia y no me dejaban enseñar en paz. Sentí la necesidad y la obligación de cambiar mis métodos, de impregnarme del espíritu de Freinet, de percatarme posteriormente, con la, puesta en marcha de todo aquello que me sugerían mis lecturas, de un florecimiento de mis alumnos muy especial y este florecimiento nacía de la mayor participación y de la más libre y espontánea creatividad que los hacía cada vez más independientes y al mismo tiempo más responsables.
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