Mario lodi es un maestro que se ha tomado en serio a la infancia, su actividad docente y a sí mismo: ha escuchado a los demás, ha intentado aprender a través de los hechos cotidianos, y no ha renunciado a ejercer el “oficio de maestro”, asumiendo la responsabilidad de las palabras. Ha sido docente que ha profundizado, investigado y recreado el aspecto técnico y didáctico enmarcándolos de una dimensión ampliamente cultural y social que supere los estrechos límites escolares. Su intensa y paciente actividad de búsqueda y apertura, de superación de los límites y su dinámica de cambio le permitió encontrar nuevas soluciones a los problemas aunque éstas significasen el replanteamiento del problema inicial.
Su enorme sensibilidad humana y su profunda sencillez le hacen rechazar el calificativo de “maestro genial y excepcional”, reclamando ser presentado como un maestro que ha tenido la suerte de trabajar en una pequeña escuela de campo, de conocer a muchas personas y de haber alcanzado un gran éxito editorial.
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