La formación de los futuros maestros y maestras en educación infantil requiere de una profunda vocación y el desarrollo de competencias, actitudes y conocimientos plenos de los deberes éticos, con el fin de asumirlos como un compromiso moral y de exigencia a los demás y consigo mismo, tanto como profesional y persona.
Nuestra reflexión plantea que desde principios y valores es posible generar una ética profesional para la educación infantil, asumiendo que nuestros futuros profesionales son seres sociales, comunitarios y cívicos, que se relacionarán directamente con nuestros niños y niñas, que son el presente y futuro de la mejora social.
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