La falta de respuestas duraderas a la problemática mundial por parte de la sociedad civil y sus instituciones políticas ha producido, principalmente después de la última guerra mundial,la explosión de movimientos participativos en todos los países. Las organizaciones de la comunidad mundial (local, nacional, regional e internacional), impulsan esos movimientos son, por su propia naturaleza, difíciles de clasificar y analizar. Su presencia es cada vez más evidente en la sociedad y su irrupción, aunque modesta, en el escenario de Naciones Unidas significa, como quedó patente tanto en la Cumbre para la Tierra celebrada en Río de Janeiro en junio de 1992 como en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena, un año más tarde,que los "Estados han comenzado a perder el monopolio de la elaboración del derecho y que después de haberles entreabierto las puertas, las Naciones Unidas dijicilmente podrán cerrárselas en el futuro".
Es más. Se advierte el reconocimiento implícito de un derecho de vigilancia del comportamiento de los Estados ejercido por estas organizaciones de ciudadanos que representa a la vez un contexto nuevo no exento de intereses contrapuestos,de reticencias y conflictos más o menos declarados. La proliferación en la última década de estas organizaciones recomienda una clarificación al objeto de situarlas y no confundirlas. El panorama de estas organizaciones es tan amplio debido a su diversidad como a su campo de actuación que en América Latina, por ejemplo, algunas de ellas reivindican otra denominación para diferenciarse de organizaciones de carácter religioso, asistencial, social, sindical y/o político..
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