La educación es un poderoso instrumento que provoca cambios en los sujetos y en la sociedad. Una sociedad justa es aquélla que respeta la pluralidad y la igualdad entre los seres humanos; así, la investigación, el conocimiento y la formación juegan un papel fundamental en las concepciones sociales. Aunque la mujer ha alcanzado altos niveles de formación (su presencia en las universidades es superior a la de los hombres, e igualmente sucede con sus resultados académicos), no existe un mismo reflejo en el mundo laboral, en el que la tasa de desempleo es superior entre las mujeres; la diferencia salarial para desempeñar un mismo trabajo es manifiesta, y en los puestos de dirección y toma de decisiones la presencia femenina es minúscula. Claramente no existe un empleo de igualdad.