Los autores de este artículo nos proponen que «lo educativo» también está impregnado por «lo económico» y que empresas e instituciones educativas se enfrentan hoy a unos problemas derivados de las herramientas y canales que, cada vez más, están empleándose en los procesos educativos de enseñanza-aprendizaje.
Una idea sobresaliente de este artículo es la consideración del alumno como un cliente que demanda un producto o servicio acorde con sus necesidades particulares.
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