El presente dossier aporta una serie de planteamientos y de discursos encaminados a clarificar la intencionalidad de la práctica educativa y la función de la escuela. Para ello será necesario valorar la cultura que deseamos transmitir y los valores que ella conlleva, los procesos de aprendizaje que se llevan a cabo, las actitudes ante los diferentes hechos sociales y naturales así como ante las relaciones de poder que se dan en la sociedad o el tipo de participación y marginación que encontramos en ella. La práctica escolar deberá de estar adaptada a estos valores, ya que es el principal foco de transmisión cultural.
La cultura que la mayor parte de las veces se reproduce en el ámbito escolar, se asienta sobre principios inamovibles o cientifistas (desde la concepción de la ciencia hasta las reglas o normas de convivencia) cumpliendo de esta manera el carácter de reproducción social, que diversos autores le asignan a la escuela. Este tipo de concepción de la cultura, además de no tener presente el momento sociohistórico de las ciencias, no da respuesta ni cabida a otras realidades que hay que tener muy presente si realmente concebimos la escuela como institución eminentemente educativa y transformadora de desigualdades sociales. Por tanto una escuela comprometida con su realidad social deberá hacer posible estos nuevos espacios culturales, con una perspectiva crítica de las desigualdades sociales, culturales y políticas. Desarrollar en los individuos que se educan la capacidad crítica, el respeto por la diversidad, la solidaridad, la justicia y la libertad; valores públicos desarrollados por Santos Guerra en el presente dossier
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