El VIDEOJUEGO es una tecnología muy reciente que, de la mano de los velocísimos avances informáticos, está en continúa innovación y desarrollo, de manera que hay una diferencia abismal entre los juegos y las plataformas de hace veinte años y un juego o una plataforma actual. Es una tecnología con una gran diversidad de productos que tiene tras de sí una industria poderosa de carácter multinacional, con ingresos que empiezan a superar a medios como el cine. Es, también, una tecnología a la que tiene acceso una buena parte de la población y a la que se le dedica, dependiendo de ciertas variables, mucho tiempo de ocio. En el mundo educativo, hay un interés creciente por ciertos aspectos del videojuego. En este artículo trataré principalmente el del videojuego como máquina de aprendizaje, expresión que representa de una forma muy gráfica algo que resulta obvio cuando te enfrentas a un videojuego de una cierta complejidad: que el juego mismo te enseña a jugar, que para poder llegar a completar un juego tienes que aprender las normas de diseño externo del juego ( manejo de mandos, técnicas de salto, combate…) así como otras de diseño interno ( el currículo oculto, por ejemplo, el perfil de conducta que tiene el protagonista) y que, además, en ciertos videojuegos llegan a producirse aprendizajes personales no previstos en el diseño ( reflexión sobre características personales, sobre formas de ver el mundo, sobre ideas subconscientes). Como consecuencia de este hecho, de que el videojuego se produce, querámoslo o no, en un entorno de aprendizaje, no tendremos más remedio que preguntarnos por el contenido de los videojuegos con los que juegan nuestros alumnos – adolescentes o niños- y si no existe alguna forma de aprovechar en educación y con distintos fines las grandes potencialidades de esta tecnología.
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