Deseábamos cambiar nuestra clase, partir de la realidad del niño y de la niña que teníamos a nuestro cargo, pero ningún libro de texto servía para guiarnos en un trabajo de este tipo. Salimos fuera de la escuela para conocer el entorno. Entonces comprobamos nuestra ignorancia. Y, puestos de acuerdo con los niños y niñas, decidimos aprender leyendo en el libro de vida de nuestra comunidad. Pedimos ayuda y encontramos personas con grandes conocimientos sobre los más diversos temas y con
unas enormes ganas de colaborar con la escuela.
Desde entonces hasta hoy hemos realizado investigaciones diversas, unas más largas en el tiempo, otras de menor duración, algunas continúan abiertas permanentemente, pero todas, sin excepción, han servido para dar sentido a nuestro trabajo y para que nos sintamos útiles a la comunidad.
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