Escribir en un principio acerca de la capacidad comunicativa de las nuevas tecnologías parece algo fuera de cualquier discusión, pero el objetivo del presente artículo no radica tanto en la cuestión técnico/interactiva del proceso comunicador como en la cultural. Comienzo incidiendo en la necesidad de mirarnos en el espejo social, en detenernos a analizar la situación económica, política y cultural de nuestra sociedad para la intervención práctica en la educación, si cabe más en el tema que me ocupa. Si a eso añadimos el campo de actuación de las nuevas tecnologías en el ámbito social y su poder para generar conocimientos, podemos entender que una postura acrítica y de rechazo manifiestos hacia éstas, por parte de la comunidad educativa, desde mi punto de vista esté fuera de todo planteamiento.
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