«Hándicap» y «deficiencia» representan dos realidades distintas, y mientras la deficiencia es un estado de hecho, como la ceguera o algún otro mal que se considera no fácilmente remediable, el hándicap es la condición en que la deficiencia se vive, la condición que, por tanto, envuelve tanto a la situación, la estructura de personalidad del individuo como -y lo considero determinantea la condición cultural la estructura social, las posibilidades de auxilios tecnológicos y no tecnológicos que el individuo mismo puede utilizar. Por consiguiente, frente a la deficiencia, nosotros, como personas que se ocupan de la educación y de la instrucción, podemos difícilmente intervenir para eliminar, para borrar la deficiencia en sí; mientras que podemos, y debemos, intervenir para reducir y posiblemente también para acabar con el hándicap.
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