La literatura científica se inicia formalmente en 1665 con la publicación, casi simultánea, de las Philosophical Transactions of the Royal Society de Londres y del Journal des Savants de la Academie de Sciences de París. Antes de estas revistas, los científicos comunicaban sus resultados por medio de cartas y tirajes limitados de libros, tratados o fascículos que circulaban entre sus colegas para hacerse llegar ideas o resultados interesantes. El conocimiento científico, más que ninguna otra actividad humana, depende vitalmente del trabajo impreso como un registro de los resultados que pueden ser referidos y usados en investigaciones posteriores. Es por ello que, cuando los secretarios de la Royal Society de Londres y de la Academie des Sciences de París empezaron a recolectar y circular cartas y reportes de reuniones de manera sistemática, sus esfuerzos fueron acogidos con entusiasmo por los científicos. Los “journals” fueron rápidamente adoptados como el medio idóneo para comunicar nuevos resultados. El éxito de estos primeros esfuerzos en las publicaciones científicas inspiró a otras asociaciones
para iniciar las propias, iniciándose con esto una tradición de largo alcance.
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