Ya no resulta ser ciencia ficción, la contemporaneidad se ha encargado de que, en cierta manera, la cibercultura (como un espacio de uso para lo público y lo privado, en el cual se interactúa, a través de los ordenadores, sin la necesidad de estar presentes) sea una realidad. Sin embargo, esto no significa que se haya avanzado del todo los terrenos; por ejemplo, en contrapartida se ha pronunciado todavía más la dicotomía entre unos y otros, entre los que tienen acceso a las tecnologías y los que están excluidos de ellas. En este sentido, se ha acelerado el proceso de descomposición global, desarrollándose un nuevo concepto que obedece al resultado de la disimilitud entre los inforricos e infopobres... dando como resultado la fisura digital (Castell, 1997) entre lo global y lo local... otorgándole sentido a la idea de lo global.
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