La investigación sobre las formas de producción de la desigualdad sexual en la escuela ha avanzado lo suficiente para mostrarnos la importancia de la interiorización de los estereotipos de género en la conciencia del alumnado. La mayor parte de la investigación sobre el sexismo en la escuela ha subrayado cómo la organización escolar (Delamont, 1980) , el curriculum (Solsona et al., 1995), los libros de texto (Garcia, Troiano y Zaldívar, 1993) las expectativas del profesorado (Spear, 1985; Bonal, 1994) o la interacción en el aula (Subirats, y Brullet, 1988) son aspectos fundamentales en la reproducción de las relaciones de género. Menos atención han recibido, en cambio ( al menos desde la sociología) las formas en que niños y niñas perciben los roles sexuales y sus propias posibilidades y limitaciones en tanto que individuos con un sexo específico 1.
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