Somos cada vez más numerosas las lingüistas que, como Robin Lakoff, pensamos que a las mujeres se las discrimina lingüísticamente, tanto en la forma en que la lengua común y los usos lingüísticos cotidianos suelen tratarlas como en la manera en que se les enseña y aprenden a usar el lenguaje. Ambos procedimientos canalizan el mantenimiento de la dominación masculina y el ocultamiento de la participación de la mujer en la sociedad, así como la imposición de una imagen esterotipada, fuente de descalificaciones y aislamiento.
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