Cuando se habla o se escribe sobre los fines de la educación lingüística en la escolaridad obligatoria casi nadie niega ya algo tan obvio como la conveniencia de orientar la enseñanza de la lengua en nuestras escuelas e institutos hacia el aprendizaje de las destrezas expresivas y comprensivas (hablar y escuchar, leer y escribir) que hacen posible el intercambio comunicativo entre las personas.
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