Lograr medios de aprendizaje que respondan a las diferentes necesidades educativas de los alumnos constituye uno de los retos fundamentales de cualquier reforma educativa. En este sentido, la Educación Adaptativa (en adelante EA) ha sido considerada desde hace tiempo como el enfoque más prometedor para conseguir ajustar a una enseñanza ordinaria las necesidades educativas de todos y cada uno de los alumnos, incluyendo a aquellos que muestran dificultades o necesidades especiales permanentes (Glaser, 1977; Corno y Snow, 1986). No obstante, el problema ha radicado hasta ahora en la ausencia de estrategias eficaces para diseñar e introducir en las aulas programas educativos adaptativos que asumieran, en primer lugar, las teorías de las diferencias individuales en el aprendizaje y, en segundo, que dieran una respuesta clara y operativa al reto de cómo conseguir una educación provechosa para todos los alumnos diferentes en un medio ordinario de enseñanza.
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