Quejus vivía como yo; habitando el silencio de su mundo secreto. Eramos como almas gemelas. Nuestra amistad era perfecta: compartíamos cada pensamiento, cada juego. Nunca me dijo su edad, pero ahora sé que tenía más de mil años al momento de conocerlo. Una puerta de cristal separaba su cuerpo del mío. Entonces no sabía que era esa finísima barrera la que lo protegía de la maldad.
|