El tiempo es una institución social construida a lo largo de generaciones, cuya determinación comienza, cuando a los seres humanos les interesa marcar posiciones y períodos que se siguen unos a otros y que precisan de otro proceso en cuyo transcurso se repiten ciertas pautas con regularidad. El tiempo y su medida se aprenden socialmente y su socialización comienza desde muy temprana edad: el niño urbano moderno tarda de siete a nueve años en "aprehender" el tiempo y a regular su relación con él
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