Se trata aquí es de precaver al lector contra dos formas comunes y demasiado simplistas de responder a la revolución de los nuevos medios: la primera subestima su poder de transformación y trata de comprenderlos a partir de concepciones destinadas a los medios convencionales, la segunda exagera a tal grado el fenómeno que tiende a minimizar el poder que los medios tradicionales, sobre todo la TV, aún detentan
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