Entre sus múltiples facetas la gestión del conocimiento toca de lleno en la capacidad de los individuos de adquirir, asimilar, procesar, comunicar, combinar y construir conocimiento para su difusión y consolidación en nuevas oportunidades o iniciativas personales o empresariales. (Ver Modelo Rotación del Conocimiento). Y en esta importantísima labor las personas cuentan sobre todo con sus capacidades intelectuales y relacionales, a las que deben sacar el máximo provecho, orientando todo ello a conseguir un progreso personal y colectivo en el desarrollo y empleo eficaz del conocimiento. Para esta trascendental labor cuentan con su mente, así como para el trabajo físico cuentan además con su cuerpo. Seguramente todos sentimos que no empleamos el conocimiento que está cerca, residente en otras personas o medios de almacenamiento, y que muchas veces se debe a que no tenemos actitudes personales que nos hagan abiertos al conocimiento, a una posición proactiva de búsqueda y elaboración del mismo.
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