La evolución de la industria de producción audiovisual española en los últimos años dibuja escenarios pesimistas ante el Libro Verde. Pero hay también atisbos de esperanza a medio y largo plazo.
La producción audiovisual española, por su propia naturaleza y por su imbricación con las decisiones políticas y con la evolución de la radiodifusión, ha sufrido diferentes puntos de inflexión que no han permitido diseñar políticas industriales consecuentes para afrontar los retos planteados a corto y medio plazo ya no digamos a largo-, ni consolidar algunas estructuras industriales que habían apostado por una continuidad y por un equilibrio basado en las características que definían el mercado tradicional. Así, por ejemplo, la falta de perspectivas de la industria de producción de largometrajes en cuanto a la política de colaboración con las cadenas de televisión ha provocado un impasse sin precedentes en la historia del cine español. Se podrían añadir multitud de ejemplos similares sobre la incapacidad de adaptación a un entorno que cambia tan rápidamente y ante el que es difícil ser ágil y flexible
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