La articulación comunicación-cultura y las promesas de su globalización ocultan numerosas disparidades y fisuras. Tras ellas están las revanchas de las culturas singulares, las nuevas redes sociales, el mestizaje cultural... Nuevos interrogantes para una sociedad en evolución.
Los años 80 han proyectado la comunicación al encuentro de la cultura. Este movimiento resulta de lógicas y actores muy dispares. Sería, pues, un error reducirlo a los cambios que atravesaron el campo de las teorías críticas, ya que afectó al conjunto de las problemáticas de la comunicación. Sea la empresa privada, el Estado o la polifacética sociedad civil, todos han sido involucrados en esta mutación. No deben sorprender, por lo tanto, las numerosas divergencias que se observan en cuanto al sentido que dichos actores han atribuido al término mismo de cultura y a los usos que se han hecho de él.
Lo que nos interesa aquí es problematizar algunas de las formas que este retorno ha tomado en la comunicación bajo su dimensión internacional. Hay que decirlo de entrada: lo que revela dicho fenómeno es la crisis de una manera de plantear la articulación entre esta dimensión y los otros niveles de la realidad. Llámese local o nacional. Y, más allá, la articulación individuo/ comunidad
|