El panorama internacional ofrece una rica experiencia de renovaciones tecnológicas en la radio. El viejo medio muestra aquí también su capacidad de adaptación y su renovada salud.
Sin prisas pero sin pausas» podría ser el lema que más se ajusta al ritmo de renovación tecnológica de la radio en los países desarrollados. Nada espectacular. Adaptación tras adaptación, el medio sigue un proceso de apropiación de las más modernas innovaciones tecnológicas, con vistas a garantizarse un espacio en el sector más ferozmente competitivo del mercado de la comunicación (*).
La competencia se sitúa en dos esferas. La interna, caracterizada por la sobresaturación de la oferta, incrementada por la desreglamentación. Un bosque de antenas en las que cada vez es más difícil ofrecer un perfil diferenciado. Y la externa, caracterizada por la explosión de la oferta televisiva y la aparición de nuevos soportes y servicios de comunicación que se implantan con desigual fortuna.
Y, sin embargo, no es aventurado afirmar que el sector radiofónico es el que alcanza mayor rentabilidad en términos relativos entre todas las industrias culturales. Ello se debe al relativo bajo coste de su infraestructura tecnológica y de su producción. La incorporación progresiva de innovaciones tecnológicas está contribuyendo a bajar notablemente la relación entre el coste y el beneficio. Así, pese a una sensación de inestabilidad debida a la constante reestructuración del mercado, los síntomas de salud son apreciables.
Desde mediados de la década de los 80 el proceso de renovación tecnológica ha ido aumentando en progresión geométrica en los países más desarrollados. En el terreno de los equipos de emisión se ha logrado mejorar la calidad de sonido, el alcance de transmisión, los canales disponibles y la oferta de nuevos servicios complementarios con una cierta base interactiva, sea en las redes herzianas terrestres más tradicionales, sea con el uso progresivo del satélite e incicipiente del cable. En el terreno de los equipos de producción las novedades pueden ser calificadas de revolucionarias en algunos casos, y su incorporación a las emisoras ha conseguido cambios sustanciales en la calidad del sonido y en los sistemas de organización de la producción, permitiendo, según las características de cada emisora, hasta la total automatización. Para finalizar la cadena, también en el campo de los equipos de recepción se han introducido cambios importantes que permiten una mayor flexibilidad de consumo y una potenciación de la intervención del receptor en la construcción de una programación a la medida de sus preferencias ante una oferta cada vez más especializada.
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