La diversificación de la prensa francesa hacia la telemática supone ya una rica experiencia de fracasos y éxitos parciales. Mercados y beneficios potenciales importantes impulsan investigaciones y ensayos.
Diez años después del lanzamiento del programa telemático francés (Teletel)(1), sigue planteándose la cuestión del lugar de la prensa en este nuevo medio. A pesar, no obstante, de la multitud de repercusiones suscitadas en las relaciones entre los periódicos, France Telecom (2) y los poderes públicos. Las respuestas formuladas, lo mismo que los interrogantes y los enfoques, se han renovado con frecuencia. Al principio, en 1979 y 1980, se desató una formidable polémica entre los diarios, principalmente los regionales, y la administración de las telecomunicaciones acerca de la distribución masiva y gratuita de terminales (el minitel), de la posibilidad de que los anuncios por palabras afluyeran a la guía electrónica, de la negativa de los mediadores a que los propios protagonistas, ya fueran políticos, económicos, sociales, etc., pudieran aprovecharse de "informaciones" directas. La prensa reclamaba garantías; obtuvo, sobre todo, facilidades para volcarse ella misma en el nuevo campo (3).
Con motivo de las experimentaciones (Vélizy, Estrasburgo, etc.), los periódicos descubrieron su capacidad para imponer su liderazgo entre los proveedores de contenidos. De 1983 a 1985, años de desarrollo inicial, no parecía que esta posición de privilegio tuviera que desmentirse. Los periódicos se lanzaban, en número cada vez mayor, sobre Teletel (4). Sus aplicaciones eran muy amplias, yendo del flash a la mensajería, pasando por los juegos. Y, precisamente, era esa integración de los juegos y de las mensajerías la que permitía compensar lo que entonces parecía ser un mero retraso en la inclinación del público por la información misma. A partir de 1986, la competencia entre nuevos editores, creados únicamente en este soporte, logró desestabilizar a menudo el lugar de numerosos periódicos.
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