Las profundas transformaciones de la comunicación se pueden calibrar en indicadores individualizados y explorar prospectivamente en tendencias comprobadas.
Las transformaciones políticas de los setenta en España coinciden con el inicio de cambios generalizados en todo el mundo occidental, que dan origen a una época considerada como nueva y diversamente definida como postmoderna, postindustrial, tecnotrónica y, sobre todo, de la información y de la publicidad.
En la información y en la publicidad, en la comunicación en general, han tenido que producirse, consecuentemente, alteraciones de especial relevancia. Tales transformaciones han tenido ya lugar, en buena medida, a lo largo de la última década y parecen cuantitativa y cualitativamente equivalentes a las de hace cien años (en torno a 1880), cuando la evolución de los periódicos les llevo a una "fase superior", señalada en aquel momento por la aparición del fenómeno y del mercado de las masas. Cientos de datos y de sensaciones manifiestan hoy los cambios a que nos referimos. Algunas muy generales, como, por ejemplo, la presencia ininterrumpida de elementos de información y comunicación en la vida diaria u, otro ejemplo, la informatización de todos los procesos de la vida pública. Otras más específicas y concretas, como, por ejemplo, el cambio de tendencia en las cuentas anuales de la prensa diaria, que eran muy negativas hace diez años y que son muy positivas hoy en día.
En un primer momento la explicación del cambio se ha aglutinado en torno a las llamadas "nuevas tecnologías de la información', porque, evidentemente, era el más llamativo de los indicadores. Hoy, sin embargo, cuando las tecnologías de la información ya no son tan nuevas, es posible describir un elenco más amplio de índices y manifestaciones tan esenciales como el de las citadas tecnologías y esenciales en el sentido de denotar rupturas de peso, fallas casi geológicas en la evolución de los sistemas informativos. Tales son, a mi entender, además de las tecnologías, la expansión acelerada del mercado publicitario; la reorganización general de los sistemas llevada a cabo por la desreglamentación, especialmente del sector audiovisual; la tendencia irrefrenable hacia la uniformidad‑universalización de los contenidos informativos y de los lenguajes informativos, que evolucionan, además, sobre una estructura dicotómica; global y general en las concepciones y esquemas, local en la aplicación y captación; la expansión acelerada del "training", en el doble sentido de reciclaje profesional y de aproximación desde fuera al uso de los canales y de los medios; y, finalmente, el desarrollo de la comunicación aplicada.
El análisis de cada uno de los indicadores reseñados nos dará una visión de conjunto de la situación y tendencias del sistema informativo español actual.
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