La palabra creatividad ha sido relanzada con fuerza en los círculos artísticos precisamente en el momento en que los procesos de tecnificación de la producción estética se han hecho más complejos y sofisticados que nunca. Hoy resulta difícil referirse a un arte verdaderamente contemporáneo abstrayéndolo de la nueva quincallería existente para la producción de formas en el espacio y en el tiempo, dicho sea con todo el respeto a los tradicionalistas que siguen utilizando el hardware de hace cinco siglos, como el pincel, la paleta y los pigmentos pastosos. El arte contemporáneo es el arte derivado de nuestra revolución tecnológica contemporánea, y lo demás podrá ser respetable y hasta hermoso, pero es irremisiblemente inactual.
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