Las prácticas productivas rutinarias son analizadas en su función capital para la creación de la realidad social. Una investigación experimental, realizada sobre la información radiofónica, revela esas rutinas y la mediación que introducen en las noticias.
Las distintas líneas de trabajo existentes en la Investigación en Comunicación se han ocupado sobradamente del análisis de los tres elementos canónicos del proceso comunicativo: emisores‑mensajes-audiencias.
Desde la tradición clásica norteamericana en la investigación de efectos, a la más reciente y de corte más europeo en el estudio de los emisores, pasando por una gran diversidad de aportaciones en lo que se refiere al análisis del significado de los mensajes emitidos por los medios, que van desde la Kritische Theorie de los emigrantes de Frankfurt a la variopinta producción semiótica, puede afirmarse que apenas existen territorios ignotos en el vasto panorama de los procesos de comunicación, con la única excepción, a mi juicio, de una objetivación real de los procesos de producción administrativa.
Esta afirmación, premeditadamente maximalista, no lo es tanto si se leen exactamente sus términos. Es cierto que existen un buen número de investigaciones sobre el tema: Tuchman (1983); Veron (1983); Grossi (1985); Gouaze, Tsoucala, Veron (1982); Wolf (1985), (1987); Elliot (1981); Grandi (1985)... constituyen algunos ejemplos recientes en ese sentido.
Sin embargo, la inexistencia en todos ellos de una metodología empírica que, como antes decía, objetive realmente determinadas variables dependientes de la organización productiva de los medios, hace que sus conclusiones ‑correctas en general‑ no penetren ni siquiera en la conciencia de los protagonistas ilustrados que con sus prácticas profesionales siguen favoreciendo dicho modelo productivo.
Antes de referirme a lo que, a mi entender, puede constituir una alternativa complementaria útil a esta línea de investigación, quiero señalar las suficientes distancias que deben existir entre la exigencia de incorporar una metodología experimental y la aplicación mecánica de cualquier técnica funcionalista de recolección de información. Y, lo que es más importante, la exigencia de plantear una investigación a medio plazo, con una base metodológica común, que sea aplicable en un conjunto de países simultáneamente. Sólo así, entiendo, el territorio de la producción informativa dejará de ser esa especie de santuario, no suficientemente conocido, que ahora es.
|