Cuando nos decidimos a realizar el trabajo encargado y producido por Fundesco sobre “Las Meninas”, esto es, digitalizar y ver qué pasaba con el cuadro en la computadora, el planteamiento estaba entre el juego y la aventura.
Intuimos que la imagen sintética puede ser un nuevo camino a explorar y que, en definitiva, ofrece nuevas posibilidades de lenguaje.
La máquina, la computadora, somete a la imagen a un continuo análisis.
Su indagación informática, que no es otra cosa que la resolución de una imagen en códigos constantes, crea en sus alternativas programadas, sorprendentes variaciones a partir de una imagen inicial.
Dinamizar, explotar sus posibilidades constantes de alteración cromática, morfológica o dimensional, es el proceso que nos planteamos al iniciar el proyecto.
La elección de “Las Meninas” como punto de partida obedecía precisamente a intentar jugar con una imagen clásica y, aparentemente, alejada de un medio tan frío como el tecnológico.
La posibilidad de alterar las texturas de Velázquez, la profundidad del cuadro, sacando a la figura principal de su contexto, y llevándola a un mundo de dimensiones sólo posibles en la computadora, nos llevaba a una serie de problemas que la experiencia, más que la imaginación, nos ha revelado como serias limitaciones.
Era imposible construir unas Meninas volumétricas, sin dejar de caricaturizarlas, ya que la información que de ellas da Velázquez es bidimensional.
Por analogía, la computadora podría darles un volumen aleatorio e incontrolable, por lo que se optó más por jugar con el aspecto cromático en ciertas secuencias.
En resumen, pensamos que la Menina es un camino abierto a nuevas experiencias hasta poder encontrar el sentido y la aplicación de un medio que, por ahora, sigue siendo realmente desesperante para un artista.
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