Investigaciones realizadas por psicólogos y psicoanalistas muestran que la informatización puede impulsar desequilibrios psíquicos, ligados a la organización del trabajo.
Ya Freud había sostenido que el desarrollo de la cultura lleva consigo un aumento de la depresión, y hoy día muchos psicoanalistas coinciden al observar que la depresión, tan extendida en los países más avanzados económicamente, se encuentra por el contrario mucho menos presente en los más atrasados.
Así, pues, ¿puede admitirse la hipótesis de una relación entre el tipo de organización tecnológica ‑y de vida‑ y unos trastornos psicológicos concretos?
Es un campo de reflexión fascinante, incluso porque une la esfera de la salud psíquica a una dimensión compleja no puramente individual, no desligada de los ámbitos de la producción (de bienes y de entendimiento).
En este contexto tienen un gran interés las investigaciones que algunos psicólogos y psicoanalistas están llevando a cabo en aquellos lugares de trabajo que han experimentado recientemente un profundo cambio tecnológico por la introducción de las nuevas tecnologías informáticas.
En efecto, resulta evidente que la introducción de la informática no corresponde a un simple avance tecnológico, sino que configura un profundo cambio que invade y transforma el ámbito de la organización del trabajo, sus contenidos, los sistemas de control, hasta modificar las relaciones interpersonales que se establecen en los lugares de trabajo.
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