Las experiencias españolas de aplicación del ordenador al arte comenzaron a finales de los sesenta, aunque en los últimos años se percibe un cierto desencanto. Pero el ordenador sigue ahi, con todas sus posibilidades como instrumento.
Cierta vez hubo un hombre que dijo: «¡Maldición! Acabo de darme cuenta de que soy una máquina que se mueve sobre estrías predestinadas; ni siquiera soy un autobús, soy un tranvía». MAURICE EVAN HARÉ (1905) (1)
Se acepta generalmente que fue en 1953, en el Sanford Museum de Cherokee, Iowa, donde B.P. Laposky presentaba con sus “abstracciones electrónicas” la primera exposición de arte gráfica del computador. Laposky las había diseñado por medio de un sistema de cálculo analógico haciéndolas visibles sobre la pantalla de un oscilógrafo de rayos catódicos. En 1965, en el Studio‑Galerie de la Politécnica de Stuttgart, presentó sus obras G. Nees. El mismo año A. M. Noll y F. Nake presentaron obras gráficas. También en 1965 en la Galería Howard Wise, de Nueva York, se celebró la primera exposición mundial de arte con computador. Desde entonces han venido siendo relativamente frecuentes exposiciones dedicadas al tema en todo el mundo.
En nuestro país tan relativamente pronto como 1968, tuvo lugar en el Colegio de Arquitectos de Valencia una exposición que se pudiera considerar preparatoria o introductoria del arte de las nuevas tecnologías. La exposición se titulaba “Antes del Arte. Experiencias ópticas perceptivas estructurales”. El ensayo introductorio de Vicente Aguilera Cerni, “Antes del Arte. Una hipótesis metodológica” abordaba desde varios puntos de vista, no todos estrictamente artísticos, la necesidad de la puesta al día de un verdadero arte digno de ser llamado de nuestro tiempo (3). Los integrantes plásticos de esta primera muestra eran: Joaquín Michavilla, Eduardo Sanz, Eusebio Sempere, Ramón de Soto Arandiga, Jorge Teixidor y José María Yturralde. Los trabajos iban dirigidos a hacernos conscientes de nuestra percepción, a prepararla para el arte, podríamos decir.
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