La crisis irreversible del modelo europeo de televisión de masas da paso a una era de fragmentación de audiencias. Las televisiones autonómicas, las televisiones locales y las nuevas tecnologias son las causas fundamentales de esta transformación en España. Frente a ellas son necesarias respuestas concretas
El modelo europeo de una gigantesca y única televisión de masas es ya, posiblemente, algo destinado a desaparecer. Las actuales entidades monopólicas de televisión de los distintos países de Europa asisten impotentes a la fragmentación de sus audiencias. El deseo de una televisión de Estado, fuerte y poderosa, y a la vez, solitaria en el campo comunicativo, ha comenzado a desvanecerse. Esa desproporcionada ambición comenzó al inicio de las emisiones televisivas, cuando el Estado para regular dicha actividad se miró a sí mismo. La Administración reprodujo su propia estructura, y allí donde su conformación era única y centralizada, nació también una televisión única y centralizada. Este modo de actuar, poco imaginativo, se dió en todos los países y con particular intensidad en los países europeos de carácter centralizador. Al amparo de este planteamiento nacieron las ciclopeas entidades televisivas europeas: la B. B. C. , la O. R. T. F. , la R. A. I. , etc., sin olvidar, por supuesto, a nuestra TVE. Todas tuvieron vocación para, en régimen de monopolio, llegar a la totalidad de los ciudadanos, a ser, en definitiva, una única televisión de masas de carácter estatal. Todo ello, independientemente, de sus talantes más o menos democráticos, porque está claro, que no tenían el mismo carácter la BBC de Isabel II o la ORTF del general De Gaulle, ni, por supuesto, la TVE del general Franco.
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