Como producto y en tanto proceso, el vídeo ofrece importantes posibilidades para las relaciones entre la administración local y los ciudadanos. El S.V.C. y el VAL han mostrado prácticamente esas vías, aunque existen indicios de desorientación por parte de las entidades locales españolas.
El sistema vídeo (que incluye no sólo los magnetoscopios, sino también la posibilidad de utilizar cámaras) parece presentarse como un adecuado instrumento de relación entre la Administración Pública, los ciudadanos y cada uno de ellos entre sí.
En el presente artículo apuntaremos algunas ideas que desarrollan esta hipótesis, la cual ‑creemos‑ no resulta del todo gratuita. Debe tenerse en cuenta que, al hablar de vídeo, no nos referimos sólo a la televisión o los formatos industriales sino también al llamado vídeo doméstico, incluyendo el ya cercano vídeo en ocho milímetros.
Detengámonos un momento en las características técnicas del sistema vídeo: es, entre los medios de comunicación, el de más fácil manejo y aprendizaje por parte de los no profesionales, y permite, precisamente, eliminar intermediarios profesionales ‑por ejemplo, laboratorios de revelado‑. Basta con observar la publicidad de los fabricantes de vídeo doméstico, destinado al ciudadano medio, cuyo mensaje más o menos explícito es el viejo lema de que hasta un niño podría manejarlo (de hecho, una marca líder del mercado utilizó la imagen de un niño filmando a su familia para su campaña de más éxito).
Hay que notar también que el vídeo, al utilizar imagen y sonido, impone un lenguaje ya más universal que la palabra escrita, un lenguaje que diariamente, a través de la televisión, es asimilado por una audiencia que no alcanzan revistas, libros, diarios ni emisoras de radio. Permite también el vídeo, por su flexibilidad técnica, la interactividad, el feed‑back, en mayor medida que otros medios.' Y, además, su difusión se lleva a cabo mediante algo tan popular como es un televisor.
Estas características propias del sistema vídeo le convierten en un instrumento idóneo para que su uso por parte de la población y la Administración posibilite un mayor acercamiento entre ellas, al poder establecerse relaciones interactivas, al mismo tiempo que su libre uso potencia el desarrollo de iniciativas, de aportes culturales, de experimentación formal del lenguaje. Visto así, el sistema puede considerarse como un instrumento de dinamización social y de participación.
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