La política canadiense de comunicación/información, conocida internacionalmente por su empuje y sus éxitos, aparece también cargada de contradicciones. Especialmente, la prioridad dada a las exportaciones entra en colisión con el desarrollo de la autonomía cultural, económica y política
La definición e implementación de la política nacional en el sector comunicación/información se hace cada vez más importante con cada avance hacia una red internacional integrada de información.
Las naciones intentan elaborar políticas que protejan y extiendan las posibilidades de un desarrollo autónomo en lo económico, lo político y lo cultural. Las características específicas de los modelos propios o autónomos para el desarrollo en el sector de la información varían significativamente. Pero los componentes clave incluyen la protección frente a la incursión de las transnacionales extranjeras y la promoción de la capacidad de producción nacional de hardware y software. La crítica de este modelo se centra en la capacidad y las contradicciones vinculadas a los procesos de implementación de una política nacional.
La literatura concerniente al potencial creado por las tecnologías de la información (hardware y software) para los desarrollos propios o autónomos ha identificado y expuesto un importante impedimento para la eficaz implementación de una política nacional. El análisis ha revelado que las empresas transnacionales situadas en las principales naciones centrales, incluyendo Estados Unidos, Japón y Europa Occidental, que persiguen los beneficios de la revolución de la información intentan homogeneizar e integrar la economía global y la comunidad cultural a fin de incrementar los beneficios.
El mensaje promovido por las multinacionales, ofreciendo la tecnología de la información como clave del avance de la cooperación internacional, se ha convertido en un mensaje penetrante y persuasivo.
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