Hay una concepción elitista del arte que ha predominado hasta hace poco -y que aún sigue encarnando en ciertos sectores- según la
cual la producción de las expresiones artísticas es asunto de los artistas, y el consumo forma parte de espectáculos específicos a los
que se asiste al final del día y al final de la semana. Esta visión ha sido desfenestrada por una práctica popular y una reflexión que
ponen el acento del arte en otra dimensión; es decir, la producción artística es colectiva y forma parte de la cotidianeidad. Dentro de
esta óptica se inscribe un proyecto como aquel de rescatar los espacios monumentales de Barranco, cuyos primeros impulsos
orgánicos se suscitan en 1982 a través de la acción del Patronato de Conservación Monumental de Barranco, que animan el
arquitecto Emilio Soyer y la señora Carmen Sosa.
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