La educación siempre trasciende el texto, se escapa de la esencia actual, de la mismidad del sujeto, rebasa el continente del pasado y la política represiva del presente. La enseñanza - aprendizaje de la/s culturas es una negación a quedarse en el puro presente y una apuesta al porvenir. Por lo tanto, los programas que enarbolan los funcionarios del neoliberalismo son muy pobres en sentidos educacionales porque se apoyan en las afirmaciones -ya viejas según ha demostrado Jacques Derrida- del fin de la historia y el fin de la filosofía.
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